El Chepe es el nombre del tren que atraviesa por las Barrancas del Cobre, en la parte más alta de la Sierra Tarahumara, un sistema de cañones cuatro veces más extenso que el Gran Cañón de Colorado, que atraviesa el sur del estado de Chihuahua. Incluso hoy, la idea de construir una línea de trenes en uno de los terrenos más accidentados del país suena descabellada, y hace más de 100 años debió haber sido una locura. Sin embargo en 1880 comenzó a planearse la construcción de la línea, por parte de la compañía Utopia Socialist Colony con sede en Indiana, Estados Unidos. ¿Quién más podría aventurarse en esta empresa que un grupo de utopistas? La idea original era crear colonias basadas en el socialismo utópico, una doctrina que planteaba un modelo de sociedad muy distinto al capitalista, pero la construcción llevó a la quiebra no sólo a los utópicos, sino a las numerosas empresas que siguieron encargándose del proyecto hasta que fue terminado en 1961, dejando una monumental obra que se ha catalogado como uno de los mejores recorridos de tren en el mundo.

Existen varias maneras de realizar el viaje, incluso partiendo desde la ciudad de Chihuahua, pero muy poco se sabe de cómo es un viaje desde el otro punto, es decir, desde Los Mochis, Sinaloa, ya que desde aquí no pasa mucho tiempo para comenzar a ver los mejores paisajes y cuando caiga la noche ya habremos salido de la zona de las Barrancas. El tiempo estimado de llegada a la ciudad de Chihuahua es a las 22:00 horas, pero es posible hacer hasta cuatro paradas en alguna de las siete estaciones turísticas y pasar la noche en alguno de los numerosos hoteles de la zona, y tomar el tren al día siguiente, que bien puede extenderse de 16 horas a una semana completa.

El tren comienza a internarse entre plantaciones de maíz y vegetación tropical propia del Pacífico mexicano. Es difícil creer que en un par de horas surgirían las Barrancas del Cobre, pero antes se detuvo en El Fuerte, un pueblo colonial que cuenta con mansiones convertidas en hoteles boutique y con una catedral rodeada de frondosa vegetación. El tren sólo se detiene por pocos minutos, suficientes para contagiarse de la particular atmósfera que mantienen estos pueblos, donde la vida sigue girando alrededor de la llegada del ferrocarril. Los vendedores de artesanías muestran sus mercancías a los turistas, las señoras ofrecen comida en los puestos, hay saludos y despedidas, y una vez más, el tren vuelve a arrancar.

Gran parte del viaje son túneles, alrededor de 86. Mientras pasamos por el poblado de Témoris y nos dirigimos a Bauchivo, hay tiempo suficiente para desayunar y comprobar lo que varias personas dicen, que las hamburguesas hechas en el vagón restaurante son increíbles, carne 100% chihuahuense.
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